OBESIDAD INFANTIL: UNA NUEVA EPIDEMIA MUNDIAL
Ana Isabel Muñoz Ruiz
Nutrición y Bromatología. Licenciatura de Farmacia.
diablesa_10@hotmail.com
Palabras clave: obesidad, infantil.
INTRODUCCIÓN
Se trata de una enfermedad seria, y cuando se da entre los niños, éstos sufren desde pequeños y durante muchos años sus consecuencias físicas, metabólicas, psicológicas y sociales. Una situación que se ve reflejada no sólo en su salud sino también en su estado de ánimo [1].
La obesidad en los niños está prevaleciendo tanto, que casi se podría hablar de una epidemia. Se estima que hoy en día, en muchos países, uno de cada diez niños es obeso al llegar a los 10 años. Las enfermedades a largo plazo que se ven venir, como consecuencia de esto, están siendo una preocupación en muchos países [2].
DESARROLLO
La obesidad puede definirse como la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, aunque en realidad es una enfermedad que implica mucho más que eso: dificultades para respirar, ahogo, interferencias en el sueño, somnolencia, problemas ortopédicos, trastornos cutáneos, transpiración excesiva, hinchazón de los pies y los tobillos, trastornos menstruales en las mujeres y mayor riesgo de enfermedad coronaria, diabetes, asma, cáncer y enfermedad de la vesícula biliar son todos problemas asociados al exceso de peso.
A todos estos trastornos físicos hay que sumarles los problemas psicológicos provocados por la discriminación social y las dificultades para relacionarse con los demás que sufre una persona cuya figura desborda los límites de la silueta saludable. Además en la infancia el problema puede ser aún mayor por la angustia que provoca en el niño la cruel discriminación de los compañeros del colegio y amigos. Por ello, muchas personas coinciden en la importancia de prevenir y tratar la obesidad infantil.
Un niño se considera que es obeso cuando su peso sobrepasa el 20% de su peso ideal [2].
Según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad y el sobrepeso han alcanzado caracteres de epidemia a nivel mundial.
En la última Jornada Nacional sobre Obesidad y Factores de Riesgo Cardiovascular, realizada en Madrid, se diagnosticó la obesidad infantil como una enfermedad emergente.
Tanto en Europa como en Estados Unidos, desde los años noventa hasta hoy, la incidencia de la obesidad infantil se ha duplicado. España se ha convertido en el cuarto país de la Unión Europea con mayor número de niños con problemas de sobrepeso, un hecho alarmante en una sociedad que lleva en su "currículo" una de las mejores dietas alimentares del mundo: la dieta mediterránea, y en el cual hace solo cinco años presentaba apenas un 5% de menores obesos [3].
Entre las principales causas de la obesidad infantil está el mayor consumo de alimentos hipercalóricos (con alto contenido de grasas y azúcares) y la menor actividad física.
Nuestro país ha sufrido grandes cambios en las últimas décadas, que han repercutido drásticamente en la manera de alimentarse de nuestros ciudadanos. España ha experimentado lo que se denomina una “transición nutricional”. Se trata de una secuencia de modificaciones, tanto cuantitativas como cualitativas, en la alimentación, relacionadas con cambios económicos, sociales, demográficos y con factores de salud.
Las dietas tradicionales han sido reemplazadas rápidamente por otras con una mayor densidad energética, lo que significa más grasa, principalmente de origen animal, y más azúcar añadido en los alimentos, unido a una disminución de la ingesta de carbohidratos complejos y de fibra. Estos cambios alimentarios se combinan con cambios de conductas que suponen una reducción de la actividad física en el trabajo y durante el tiempo de ocio.
El resultado final es un balance de energía crónicamente positivo, que se va acumulando, año tras año, en forma de grasa.
El aumento rápido y manifiesto de la prevalencia de sobrepeso y obesidad experimentado en las dos o tres últimas décadas no puede ser atribuido a causas genéticas. Aunque los factores hereditarios son importantes, el genoma humano no ha cambiado en tan poco espacio de tiempo. De ahí que los factores ambientales o del entorno jueguen un papel primordial en el desarrollo de esta epidemia mundial de obesidad, creando el llamado “ambiente obesogénico”, caracterizado por la abundancia de alimentos y el sedentarismo.
Con frecuencia el acto de comer adquiere un valor y un sentido de gratificación emocional independiente de nuestras necesidades calóricas. Asociamos, de forma subliminal, comer y beber con estados anímicos positivos y, por eso, cuando no nos sentimos bien lo compensamos comiendo o bebiendo, aunque no tengamos apetito y en contra de nuestro raciocinio y nuestra salud. También la comida es utilizada por los padres para premiar a sus hijos.
Una alimentación y nutrición adecuadas son importantes en todas las etapas de la vida, pero particularmente durante la infancia. La dieta de los niños y adolescentes españoles se caracteriza por un exceso de carnes, embutidos, lácteos y alimentos con alta densidad energética, como productos de bollería y bebidas carbonatadas (ricos en grasas y azúcares refinados, respectivamente) y por un déficit en la ingesta de frutas, verduras y cereales.
Los hábitos dietéticos de la población infantil y juvenil española se encuentran en una situación intermedia entre un patrón típicamente mediterráneo y el de los países anglosajones. Estos hábitos se inician a los tres o cuatro años y se establecen a partir de los once, con una tendencia a consolidarse a lo largo de toda la vida. La infancia es, por ello, un periodo crucial para actuar sobre la conducta alimentaria, ya que las costumbres adquiridas en esta etapa van a ser determinantes del estado de salud del futuro adulto.
Otra de las causas de la obesidad es la inactividad física. En la población infantil y juvenil estos fenómenos se agudizan. El número de horas que los niños y adolescentes dedican a jugar con los ordenadores y videojuegos ha aumentado de forma espectacular. El ocio, en la infancia, cada vez se hace más sedentario.
Los datos actuales muestran que los niños españoles pasan una media de 2 horas y 30 minutos al día viendo televisión y media hora adicional jugando con videojuegos o conectados a internet [4].
Las consecuencias de la obesidad infantil son principalmente dos. La primera está relacionada con cambios psicológicos. La segunda consecuencia guarda relación con el aumento del riesgo de desarrollar enfermedades o condiciones patológicas. Estas ocurren a una edad temprana (como por ejemplo aumento en la presión sanguínea), pero generalmente ocurren en la edad adulta.
El tratamiento debe ser personalizado y para ello debe efectuarse un buen diagnóstico. Las medidas a tomar básicamente son:
A. Modificar el estilo de vida.
B. Dieta.
C. Ejercicio.
D. Tratamiento Médico según patología específica.
E. Cirugía, para casos refractarios a tratamiento médico.
Un índice casi seguro para saber si tu hijo será un adulto obeso, es mirar a su alrededor: ¿Qué clase de familia son ustedes? Si el niño proviene de una familia en que todos son obesos es muy difícil que el niño vaya a ser delgado. No sólo por herencia, sino por los hábitos de comida [2].
Sobre todo esto se han abierto algunos debates como por ejemplo el dar leche desnatada o semidesnatada a los niños.
El Reino Unido se une a la lucha contra la obesidad infantil y, de igual forma que hacía Estados Unidos prohibirá la venta de leche entera dentro de sus escuelas. Los escolares con edades entre 3 y 18 años sólo podrán beber este producto en su formato 'semi' o desnatado. La medida, afectará tanto a la leche que se sirve en los comedores escolares como a los cartones que se venden en las máquinas expendedoras de los colegios. Sin embargo, la iniciativa no ha sido bien recibida por todos. El portavoz de Agricultura del partido conservador, Jim Paice, señaló que a pesar de estar de acuerdo con que los niños tengan un dieta sana, la leche entera está en un 97% libre de grasas. "Eliminar esta opción para los niños me parece una intervención del estado innecesaria", afirmó [5].
Pero, ¿realmente pensáis que es bueno dar a los niños leche desnatada o semidesnatada en este periodo de la vida tan importante como es el crecimiento? El debate está asegurado.
CONCLUSIONES
La obesidad es más que un problema estético, pues su presencia conlleva serios riesgos para la salud de los afectados. Lo más recomendable es que las generaciones jóvenes aprendan a prevenirla. El tratamiento del trastorno se basa, esencialmente, en un plan alimentario bien diseñado junto con un programa de actividad física frecuente, los cuales, en ciertos casos, pueden ser acompañados por el uso de medicamentos. También es muy importante el control de las alteraciones asociadas como la presión arterial alta y el exceso de grasas (colesterol y triglicéridos) en sangre.
Algunos padres piensan que la obesidad no es una enfermedad y que no hay que tratarla cuanto antes. Es importante hablarlo con los hijos o con alguna persona que tengamos cerca y padezca esta enfermedad, y apoyarlos y ayudarlos al respecto.
Es más frecuente que sufra un niño obeso que un mayor porque necesita protección y contención de parte de las personas que lo rodean.
Espero que el objetivo de este trabajo haya sido cumplido y que hayan captado lo importante que es brindar ayuda a un niño que lleve esta enfermedad; empezar por uno es importante; no importa cuán hereditaria sea esta enfermedad, lo importante es prevenirla cuanto antes [2].
REFERENCIAS
[1]. http://obesidadinfantil.consumer.es/web/es/prevenir_
obesidad/1.php (Abril 2010)
[2]. http://www.monografias.com/trabajos14/obesidadinfan/
obesidadinfan.shtml (Abril 2010)
[3]. http://www.guiainfantil.com/salud/obesidad/index.htm (2009).
[4]. http://www.msps.es/campannas/campanas06/obesidadInfant4.
htm (2006).
[5]. http://www.elmundo.es/elmundosalud/2006/05/25/dieta/
1148552457.html (Abril 2010)
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